El cáncer de seno es aquél que comienza y se localiza en el tejido mamario, hasta el presente se ha clasificado en dos tipos principales: el carcinoma ductal, que se desarrolla en los conductos responsables de llevar la leche desde el seno hacia el pezón en la función de amamantamiento y el carcinoma lobulillar, que como su nombre lo indica, comienza en los lobulillos del seno encargados de producir la leche. Cuando el cáncer no es invasivo, es decir, no se extiende a otro tejido mamario, se denomina in situ. Los tejidos mamarios están conectados con los ganglios linfáticos localizados debajo de las axilas, lo cuales son fundamentales para detectar la presencia de células cancerígenas porque son los que las transmiten.
El desarrollo de cáncer de seno es muy poco frecuente en mujeres menores de 35 años, aunque posible. El riesgo de desarrollar la enfermedad se incrementa a partir de los 50 a 55 años, y especialmente con posterioridad a la menopausia. Si bien hay factores que aumentan la tendencia a desarrollar el cáncer de seno de manera significativa como los antecedentes familiares, diversos condicionantes incrementarían el riesgo de padecerlo. Entre los más mencionados se cuentan la edad; la menstruación temprana —antes de los 12 años—- o la menopausia tardía —posterior a los 55 años—; haber padecido cáncer uterino, ovárico o de colon, o bien hiperplasia benigna, un tipo de tumor que altera el tejido mamario y favorece el desarrollo de tumores cancerígenos; la predisposición genética; el consumo excesivo de alcohol y la producción excesiva de estrógenos, fenómeno presente, por ejemplo, en mujeres obesas. Asimismo, poseen un riesgo mayor a contraer el cáncer de seno las mujeres que no han tenido hijos o aquéllas que han tenido su primer parto después de los 30 años.
Las herramientas principales para detectar tumoraciones o bultos en el seno son la autoexploración (palpación con los dedos de toda la superficie del seno hacia la zona de la axila) y la realización de mamografías (técnica de rayos X que permite visibilizar bultos que no son perceptibles al tacto). Las mamografías y ecografías mamarias permiten además establecer el estado de desarrollo del mismo. El tratamiento de la enfermedad dependerá de su estado de avance y extensión, y según cada caso puede basarse en la quimioterapia farmacológica para eliminar los tumores cancerígenos, la radioterapia para destruir los tejidos afectados, la cirugía para extirpar los tumores o la mastectomía, que implica la extirpación del seno parcial o totalmente.
Es altamente recomendable que las mujeres se habitúen a autoexplorar sus senos desde la adolescencia y también hay que tener en cuenta que no todos los bultos mamarios son sinónimo de cáncer. Actualmente las tasas de cura del cáncer de seno son significativamente más altas que en décadas anteriores y esta tendencia se acentúa de manera acelerada. Pero todos los especialistas coinciden en que la cura depende de un diagnóstico temprano y la prevención mediante controles períódicos a partir de cierta edad.